Nada nuevo en el barrio: otro restaurante clausurado
Nada sorprendente lo que ha vuelto a suceder en Usera. Resulta que un restaurante chino, el famoso Jin Gu, ha sido clausurado tras descubrirse que en sus cocinas no solo se servía “pato laqueado” que en realidad eran palomas desplumadas, sino que también almacenaban alimentos en condiciones más propias de una novela de Stephen King que de un establecimiento abierto al público. Pero claro, tranquilos todos, que esto lo han descubierto ahora, después de años sirviendo “delicias” en bandejas de óxido y cucarachas como guarnición.
Un menú de horrores en la cocina
La Policía Municipal tuvo que intervenir para cerrar el local, encontrándose con más de una tonelada de alimentos sin etiquetar ni refrigerar adecuadamente, tendederos con tiras de carne, trampas para ratas adornadas con carne en descomposición y utensilios de cocina dignos de un museo del horror. Los extintores, eso sí, perfectamente ignorados y las salidas de emergencia bloqueadas, como si fuera parte de una experiencia gastronómica de “escape room” involuntaria.
¿Dónde estaban las inspecciones sanitarias?
Pero ¿y las autoridades sanitarias? ¿Dónde estaban mientras se marinaban estos horrores? Quizás no hay suficientes inspectores o quizás estaban ocupadas en asuntos más importantes, como reorganizar archivadores o actualizar calendarios de moscosos. Porque lo cierto es que este tipo de negligencias no se generan en dos días. Son años de mirar para otro lado, de pasar inspecciones para cubrir expedientes y de confiar en que el sistema funcione por inercia, aunque esté lleno de fugas (y no precisamente de gas, aunque eso también podría ser).
Un restaurante a plena vista, con clientela habitual
Lo más curioso es que el restaurante en cuestión no era ningún local clandestino: funcionaba a plena vista, con clientela fiel y hasta con reputación entre vecinos y clientes de Usera. ¿Significa esto que las inspecciones sanitarias son tan escasas o tan laxas que una cocina convertida en zoológico puede sobrevivir sin problema? Pues parece que sí. A no ser que tengamos que esperar a que un comensal muera para que alguien mueva una carpeta en alguna consejería o ministerio.
La doble vara de medir y el matiz xenófobo en los medios
También ha rodeado a la noticia cierto matiz de indignación que no se limita solo a la higiene. El tratamiento mediático que ha recibido el caso, con titulares que bordean lo xenófobo, también ha sido muy comentado. Cuando las autoridades fallan, nada como desviar la atención hacia la nacionalidad de los implicados, como si el problema no fuera la falta de control, sino las «culturas diferentes».
El eterno bostezo institucional
Así que gracias, autoridades sanitarias, por llegar tarde una vez más, por falta de medios o negligencia, da igual. Por dejar que el miedo a parecer estrictos o “poco diversos” pese más que la seguridad alimentaria. Y gracias también por no tomar medidas hasta que la policía (y no ustedes) tuvo que hacer su trabajo. Si no fuera por el hedor literal y figurado, uno pensaría que todo esto es parte de un experimento social para ver hasta dónde aguanta la pasividad institucional.
Mientras tanto, en Usera…
Mientras tanto, los vecinos de Usera seguirán preguntándose qué hay realmente detrás de cada vitrina de comida, y si esta vez el “pollo al limón” no vendrá con un extra de plumas.
En Quimicral, llevamos más de dos décadas ayudando a empresas del sector alimentario a cumplir con la normativa higiénico-sanitaria. Si no quieres que tu negocio acabe en titulares por lo que no debe, te ayudamos a implantar controles eficaces y a mantener tu cocina bajo estándares que den tranquilidad… no sorpresas. ¿Hablamos?